Un sentido de responsabilidad

Desde niños vamos aprendiendo que crecer no es fácil, cuando somos pequeños queremos ser grandes para ser independientes y hacer cosas que pareciera que no están a nuestro alcance, lo cual es bueno en cierta manera porque son las cosas que nos desafían y hacen desarrollarnos más en diferentes capacidades y en otros aspectos. Estos días hablando con mi hijo, me hizo una pregunta, ¿por qué los que son más grandes tienen que hacer más cosas? Una pregunta simple pero que generó un momento perfecto para hablar con él (y conmigo misma) acerca de la Responsabilidad como seres humanos.

Cuando tenemos la visión de que somos Administradores de los recursos tanto materiales, como intelectuales, sociales, académicos, humanos, etc. y no poseedores de los mismos, podemos hacer uso de ellos entendiendo que a medida que más “tenemos” más debemos dar, no porque tengamos una mirada comunista, sino por un sentido de responsabilidad.

Sería bueno hacernos esta pregunta: ¿Por qué y para qué El Señor me dio lo que tengo? (capacidades, habilidades, recursos, tiempo, etc.)

La Responsabilidad se refiere a la habilidad de Responder. Eso requiere una acción, un movimiento, podemos relacionar la responsabilidad con la diligencia, la cual es la prontitud, agilidad, el cuidado y la competencia en la acción. Si sabemos cuando debemos responder a una situación, vamos a ser diligentes.

“Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su Señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”

Lucas 12:47-48

A medida que vamos asumiendo responsabilidades vamos madurando y creciendo, si vemos situaciones que no nos duelen, no nos mueven en ningún sentido, probablemente no seamos personas responsables, simplemente seremos humanos que viven para sí mismos. Porque el siervo, sabe la voluntad de su Señor, si somos siervos, nos movemos en base a lo que Nuestro Señor pide de nosotros.

Asumir, no porque alguien nos obligue, sino por un sentido de responsabilidad, porque entendemos que es algo que se requiere en ese momento, algo que tiene un valor para nuestro Señor, por ende, para la tierra, para el espacio donde estamos o para la comunidad en la que vivimos.  Podemos ser como aquellos hombres y mujeres que a lo largo de la historia amaron, no permitieron que las circunstancias escapasen, sino que, con Fe y diligencia, hicieron que las cosas pasen y perdurasen en el tiempo.

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