Perspectiva vs. Apariencia

La palabra perspectiva proveniente del latín (Perspicere) o para algunos del latín tardío (perspectîva) se refiere desde las artes, a la proyección o efecto de profundidad que se le da a una obra gráfica. El uso de la palabra perspectiva comenzó a ser utilizado en los ámbitos intelectuales, razón por la cual se convierte en un préstamo lingüístico para denotar: puntos de vistas, enfoques o proyecciones a futuro de quien emite un juicio. También desde la política comenzó a utilizarse para distinguir posturas o enfoques de carácter ideológico.

Según esta definición la perspectiva tiene que ver con la profundidad que podemos observar en un dibujo, una fotografía, una obra de arte, pero también está relacionada con el enfoque o proyección a futuro. Entonces, tener perspectiva nos puede ayudar a ver las cosas desde otro lugar y con mayor profundidad.

Por otro lado, encontramos la definición de apariencia: remite en su etimología al latín “apparentia” literalmente: la cualidad de lo que aparece o se muestra, es lo que percibimos a través de los sentidos, su aspecto externo.

La apariencia es lo primero que se presenta, es lo primero que juzgamos, con o sin intención, y nos permite tener una primera aproximación del concepto que habremos de formar con respecto a algo o alguien. En este sentido, la apariencia nos da la posibilidad de comenzar a descifrar aquello que está delante de nosotros y en ese reflejo encontrar algún tipo de identificación o no. De acuerdo a esa primera impresión, muchas veces determinamos qué relación tendremos con aquello que se nos presenta. Sin embargo, si solo nos quedamos con aquella primera mirada, es muy factible que nos alejemos de quienes no nos ofrezcan una apariencia que nos agrade, o que se contraponga con nuestros ideales y solo nos acerquemos a quienes por fuera se asemejen a lo que deseamos alcanzar, el riesgo es que al acercarnos solo sea algo externo y     terminemos desilusionados.

 

Juzgar a los demás por lo externo es fácil, rápido, pero puede terminar mal para nosotros, ya que de la misma manera seremos juzgados (Mt. 7:1 y 2) y si nuestras relaciones solo se basan en lo aparente, posiblemente vivamos una vida vacía, alejando a quienes pretendan acercarse.

Sin embargo, si nos tomamos el tiempo para mirar más allá, es probable que podamos observar desde otro enfoque, con otra perspectiva. Como decíamos al principio, la perspectiva nos permite ver en mayor profundidad y probablemente, al hacerlo, esas primeras impresiones vayan cayendo una a una, para llegar a ver que lo aparente solo refleja una parte, y el cuadro mayor nos permita descubrir lo que a simple vista no podíamos notar.

Cuando Samuel es enviado a buscar un nuevo rey, luego de que Saul fuera desechado, él mira a los hijos de Isaí y piensa que Dios elegiría al más alto, al más fornido, pero Dios le dice:

“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.

1 Samuel 16:7

 

Aquí el mismo Dios nos deja una lección de cómo manejarnos en la vida, y aunque parece paradójico, a veces tomar distancia nos permite ver con mayor nitidez para luego poder acercarnos con otro enfoque, otra perspectiva.

El primer mandamiento nos habla de no tener dioses ajenos, uno rápidamente podría decir que no es así, que nunca adoraría a otro dios, sin embargo, cuando vemos el original de la palabra dioses, encontramos que es elohim, que se traduce como soberano, supremo, juez, y en este sentido podemos decir que tener dioses ajenos sería tener otro soberano, supremo, otro juez, tener a alguien más que gobierne y juzgue nuestras vidas; entonces al ponernos en ese lugar nos estaríamos colocando en un lugar superior sobre nuestro prójimo, juzgando según nuestro criterio, que normalmente se basa en la apariencia,  de esa manera estaríamos quebrando el primer mandamiento. Asimismo, cuando nosotros permitimos que otros nos juzguen, y tomamos en cuenta esa opinión, estamos poniéndolos sobre nuestra vida como dioses.

 

Entonces, ¿perspectiva o apariencia? depende de nosotros cual elegiremos, ¿nos quedaremos con lo externo, juzgando sobre lo superficial, o nos correremos de ese lugar de dios para ver desde otro enfoque, buscando una mayor profundidad?

 

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