La imitación

Las personas tenemos una habilidad básica y considerada elemental en el desarrollo de nuestra identidad, la IMITACIÓN. Según la ciencia a partir de los 6 o 7 meses de edad es cuando se activan las llamadas “Neuronas Espejo”.

 

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe”.

Hebreos 13:7

 

Es interesante que el autor de la carta a los hebreos en esta ocasión menciona esta capacidad natural humana que muchas veces por no entender cómo funciona lamentablemente cae en el terreno de lo que NO SE DEBE HACER, pero la realidad es que en aras de construir o desarrollar nuestra propia identidad en el Señor sin darnos cuenta afloran en nosotros los inevitables resultados de la influencia de quienes son una referencia para nosotros. Y eso es algo bueno en muchos sentidos, porque si bien el hecho de imitar no significa (a priori) necesariamente que aquello que se imita es esencial en nosotros, nos da la pauta de que (al menos) buscamos imitar aquello que aprendimos y que reconocemos en ello algún tipo de virtud que quisiéramos reproducir en nuestra vida.

 

Tanto el Señor Yeshua como los apóstoles eran muy conscientes de la importancia de la imitación (que está estrechamente relacionada con los símbolos) de manera que eran autorreferenciales a la hora de sugerir imitar a alguien… básicamente lo que nos dicen en otras palabras es: “Si van a imitar a alguien… imítenme a mi”

 

El apóstol pablo dijo en dos ocasiones:

 

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

1ra Corintios 11:1

 

“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”.

Filipenses 3:17

 

Ciertamente no es algo que cualquiera dice apresuradamente a menos que tenga una fuerte convicción de que sus prácticas y/o manera de conducir es digna de ser imitada. Pero vemos y tenemos testimonio por las escrituras de que el apóstol Pablo era alguien digno de imitar ya que él mismo (aunque es autorreferencial) declara que imitarlo a él es a la vez imitar a Cristo, y es a lo largo del desarrollo de su Ministerio como apóstol que vemos y conocemos por que realmente fue un hombre como modelo a imitar.

 

Pero Yeshúa nuestro Maestro no queda atrás… solo Él podía ponerlo en estas palabras:

 

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.

Mateo 11:29

 

El no necesitó anclar su ejemplo a ningún superior, El simplemente dijo: “aprended de mí, que SOY manso y humilde de corazón” en esa simple expresión deja en claro que Él ES manso y humilde, que lo suyo era (y es) en esencia, que no es el fruto de la aprehensión conductual, otros solo podemos sugerir <<hagan como yo>> pero <<Sean como yo>> es algo muy distinto. –

Pero volvamos a la carta a los Hebreos. Leamos detenidamente el pasaje y veremos algo que quizá escapa a simple vista.

 

El autor nos invita a “considerar cuál haya sido el resultado de su conducta”. O sea que debemos observar la manera en la que nuestros pastores, mentores, referentes, líderes, etc. se conducen y ver la relación entre la conducta y los resultados, un análisis muy simple y concreto.

Pero al final dice: “considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”

¿Por qué nos pide que observemos la conducta y que veamos los resultados, si a la hora de pedirnos que imitemos algo, no es la conducta sino la Fe? Bueno, según la Concordancia Exhaustiva James Strong la palabra aquí utilizada para fe es la siguiente:

 

Strong griego #4102 πίστις pístis: persuasión, es decir credibilidad; moralmente convicción (de verdad religioso, o la veracidad de Dios o de un maestro religioso), específicamente confianza en Cristo para salvación; abstracto, constancia en tal profesión; por extensión, el sistema de verdad religiosa (evangelio) en sí mismo

A su vez la palabra #4102 πίστις pístis, tiene su origen en otra palabra y ésta es un verbo.

 

Strong griego #3982 πείθω peídso: verbo primitivo. convencer (mediante argumento, verdadero o falso); por analogía pacificar o conciliar (por otro medio legítimo); reflexivo o pasiva asentir (a la evidencia o autoridad), descansar (mediante certeza interna).

 

En definitiva, lo que FE en esta oportunidad apunta es a la Convicción con relación a Dios, es estar convencido y persuadido de la veracidad de Dios y por lo tanto actuar en consecuencia. Ahora, entendiendo que FE proviene de un verbo (acción) con relación a algo (en este caso a Dios) podemos reordenar la oración para tener mayor comprensión y llegar al fondo de la intención del autor al aconsejarnos tal cosa.

 

¿Por qué considerar la conducta, pero imitar la fe?

 

Dijimos al principio de este artículo que la habilidad de imitar era algo inherente al humano y que es algo que ponemos en práctica casi inconscientemente, notamos que el hacerlo es beneficioso para el desarrollo de la identidad y que ¡incluso es algo que las escrituras nos motivan hacer! Así que imitar ¡ciertamente no es un problema! el punto es ¿qué imitamos? ¿imitamos simplemente la conducta? ¿imitamos solo lo que vemos que nuestros pastores o líderes hacen? ¿Lo hacemos solo porque el resultado en sus vidas es bueno?

Aunque podríamos dar un SÍ rotundo a todas estas preguntas, también estaríamos dejando fuera de la ecuación el factor determinante: la Fe, esa convicción con relación a DIOS que produce en nosotros como respuesta, Fidelidad.

 

Lo que quiero decir, es que aquello que hace a estos hombres y mujeres de nuestras comunidades personas dignas de imitar no es solamente el resultado de una buena conducta, ya que ésta podría tenerla cualquier persona en el mundo. Personas que se conducen de manera correcta hay muchas y en todos los rincones del mundo, pero no en todos lados hay personas que tienen como motor de origen su Fe, en éstos es la Fe lo que motiva a conducirse de determinadas maneras y si… claramente el fruto de ello serán obras que todos querrán imitar y eso se debe que esas obras o resultado de su conducta son la consecuencia de una vida que abraza una ferviente Fe. ¿Querés saber cómo es que hacen lo que hacen? O ¿cómo obtienen esos resultados? Preguntales y sin lugar a duda te responderán que sus decisiones no nacen sólo desde una moralidad elevada sino desde lo que la Fe produce en ellos, CONVICCIÓN, FIDELIDAD, CERTEZA, VERDAD y todas estas palabras que definen a la Fe con una raíz inamovible que es EL VERBO, la ACCIÓN.

 

El Apóstol Santiago dijo:

 “hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

Santiago 2:14-17

 

Si queremos crecer al lado de hombres y mujeres que nos inspiran no solo es nuestra responsabilidad imitar de ellos lo que vemos a simple vista que da “buenos resultados”, sino que nos vemos en la obligación de intentar ver más allá y ver en ellos cual es el motor que promueve tales actos dignos de imitar y veremos que lo más dignificante para ellos será que imites la práctica de su Fe. Imita la búsqueda de Dios, la entrega, la convicción interna que se manifiesta en fidelidad. La Fe de Abraham le fue contada por justicia no solo por el simple hecho de creer “ontológicamente” sino que la Fe de Abraham se manifestó en una respuesta de amor y fidelidad.

 

Ya lo dijo Santiago:

“¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”.

Santiago 2:21-24  

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