El valor de la tierra

“¿Cómo puede ser que entró tanta tierra en la casa?”, decimos. Entonces limpiamos y sacamos esa tierra y la tiramos. Claro está que la tierra no es una propiedad o una artesanía creada por un artista que le da un sentido, le da valor (a veces incalculable), y se vende por miles de dólares.

 

En el principio vemos al Eterno como un gran artista creando a través de la palabra: “sea la luz… haya expansión, produzca la tierra…”(Gén. 1); pero es interesante que a la hora de crear al hombre, se detenga para formar una conexión entre el hombre y la tierra, el hombre fue creado con barro y el aliento de vida dado por el Eterno.

 

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.

Génesis 2:7

 

Un caso particular donde lo creado fue formado, fue elaborado, tocado por las manos del Creador. No fue por la palabra, como en las otras cosas creadas, sino que, fue un momento especial apartado para esa creación desde un puñado de tierra.

 

El Señor le dice a Jeremías:

 “Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla”.

Jeremías 18:2-4  

 

Que estemos conformados por barro nos da la posibilidad de ser tratados como dice el versículo 4: “volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.” El Eterno nos puede tratar y rehacernos como mejor a Él le parece.

 

Si Él nos trata pasaremos a tener otro valor.

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