El Shabbat

En éxodo 20 están escritos los diez mandamientos que D-os le dio a Moisés, estos van a ser las primeras normas con las que el pueblo va a tener que regirse y cumplir luego de haber sido librado de los 430 años de esclavitud en Egipto. Los mandamientos son los siguientes:

 

Hombre-D-os:

  1. No tendrás dioses ajenos delante de mí;
  2. No te harás ninguna imagen ni semejanza;
  3. No tomarás el nombre de YHWH en vano;
  4. Acuérdate del día de reposo (shabbat) para santificarlo;
  5. Honra a tu padre y a tu madre;

Hombre-hombre:

  1. No matarás;
  2. No cometerás adulterio;
  3. No hurtarás;
  4. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio;
  5. No codiciarás.

 

Me gustaría hacer hincapié en el cuarto mandamiento:

 

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día es reposo para YHWH tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.”.

Éxodo 20:8-11

 

Algo que reconocimos juntos fue que nosotros sí respetamos en principio estos mandamientos, es decir, no matamos, tampoco robamos, no tenemos otros dioses, etc. pero siempre quedó, de alguna manera y por nuestra rutina occidental, relegado el cuarto mandamiento. Nos preguntamos entonces, por qué respetamos algunos mandamientos y otros no como si se tratara de una jerarquía. Tenemos muchas formas de justificarnos porque en nuestro horario, el shabbat comienza aproximadamente a las 18hs cuando sale la primera estrella de los días viernes.

 

Sabemos lo que Yehshúa enseñó en Mateo que él no vino a la Tierra a abrogar la Ley, sino que vino a cumplirla. Tal es así que en el 5:18 menciona que nada va a pasar de la ley hasta que no se haya cumplido:

 

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasarán de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos”. 

Mateo 5: 17-19

 

Es decir que él mismo está ratificando que debemos cumplir la Ley traída a Moisés. Pero gracias a su sacrificio, hoy tenemos la gracia del Espíritu Santo, este va a ser nuestro ayudador y por lo tanto, la ley escrita se eleva y va a ir más allá de nuestras acciones físicas. Desde su sacrificio en adelante, también van a ser pesadas nuestras intenciones, en dónde no podemos fingir una acción, sino que es puesto a prueba nuestro corazón.

 

Luego Yehshúa, por ejemplo, enseña que cualquiera que se enoje contra su hermano, es culpable de juicio (Mt. 5:21-22); o que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (Mt. 5:27).

Vemos claramente cómo el señor eleva la ley. Pero, ¿qué pasa con el shabbat? Pablo menciona en la epístola a los Romanos lo siguiente:

 

“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.”.

Romanos 14:5-7

 

Está diciendo que no se trata de cómo juzgo yo las cosas, sino que todo aquello que hagamos, lo hagamos para él. Hoy gracias a la Ley, tenemos el conocimiento de cuáles son las bendiciones que Yhwh trae a aquellos que la cumplen, pero nuevamente acá pesan nuestras intenciones. El shabbat es un momento para acercarnos a nuestro Padre, honrarlo y reconocer su obra en nuestras vidas.

¿Lo hacemos porque todos lo hacen, o me dicen que tengo que hacerlo, o lo hago porque realmente quiero consagrar ese día para mi Señor y así cumplir su Ley?

Autor: Federico Prucca

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